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Fundación Mil Caminos: cuando la esperanza se hace realidad

En nuestra primera tertulia del 2022, conocimos a Jesús Garrote, director y alma de la Fundación Mil Caminos, que participó acompañado por algunos jóvenes miembros de la Fundación. Tanto nos deslumbró su energía, capacidad de servicio y carisma personal que quisimos saber más de él y de su ingente y extraordinaria labor social. Jesús conoce como nadie la dura experiencia vital de migrantes y jóvenes provenientes de la exclusión social, que trabajan, viven y se forman en Mil Caminos. Su Fundación nos demuestra que vivir en pueblos, trabajar con animales y recoger cosechas proporciona dignidad profesional y futuro laboral a muchos jóvenes sin oportunidades de base.

Según la experiencia de Jesús, en un entorno rural es más fácil trabajar y eliminar malos hábitos y adicciones. Más de 600 chicos y chicas se forman en el Centro Lorenzo Milani, asociado a la Fundación. Jóvenes con historias complicadas que necesitan empoderarse para reinsertarse en la sociedad. Muy amablemente, Jesús se ha prestado a contestar algunas preguntas, fruto de la admiración y la curiosidad que nos ha despertado y que queremos compartir con todos los lectores de esta NL.

-Jesús, ¿en qué momento decides dedicar tu vida a mejorar vidas ajenas?

Desde muy niño, en mi pueblo, Moralina de Sayago en Zamora, con la influencia de mis padres maestros y mis abuelos agricultores y ganaderos. Era un niño inconsciente que soñaba con cambiar el mundo. Estudié biología, pero ser científico se me hacía muy lento, ser médico también o terapeuta. Me fui a una posta médica a Perú en 1992 y de allí llegué a la Milani como profesor de Botánica y encontré mi lugar en el mundo, creando oportunidades para niños del campo del fracaso escolar, menores extranjeros no acompañados, inmigrantes sin papeles, etc.

-Hemos leído que la relación con los alumnos es tan cercana que tu propia familia también participa.

Sí, mi mujer y yo, junto con mis tres hijas, compartimos nuestra familia con estos chicos. Los afortunados sin duda somos nosotros porque ellos son héroes del querer. Mi hija mayor creció en la Casa Escuela Santiago Uno y también la mediana. Luego ya compramos una casa. Pero llevan toda la vida bajando a Marruecos en verano, y ahora ya aportan, una desde la medicina, otra desde la psicología y ambas con el deporte. Mi mujer se encarga de la economía. Así que varios educadores son familia. Los chicos siguen un proceso natural al pertenecer a esta familia de Mil Caminos hasta que tienen su propia familia como hemos hecho los educadores. Después queda como casa de los abuelos o pasan a formar parte del equipo.

-La Fundación incluye distintas instalaciones, Casa escuela, casa cuna, centros FP… ¿Nos puedes presentar brevemente todas estas ramas?

Las viviendas unifamiliares de protección y para cumplir medidas judiciales en medio abierto son once con unidades familiares de ocho chicos y chicas. En una de León recibimos bebés de días. La vivienda doce es “Chamberí” donde hay veinte inmigrantes sin papeles, una Torre de Babel con convivencia en paz.

Seguimos la pedagogía de Freire y Milani. Cuando yo llegué, comenzamos con un modelo terapéutico constructivista sistémico y centrado en soluciones con el que trabajamos todos los educadores.

Un pilar para la inserción laboral es la Formación Profesional. Primero una cata de oficios con más de veinte perfiles, con un aula alternativa para niños y niñas que no pueden estar en el colegio. Formación profesional básica en cocina y camareros, mecánica, jardinería y soldadura. Grado Medio de jardinería y forestal. Grado superior de gestión forestal e integración social presencial y on line.

Después tenemos escuelas para educarnos en las emociones desde el arte y el deporte: escuela de circo, de cine, de animación con títulos de monitores y coordinadores, club deportivo, etc.

El aprendizaje en servicio nos ha llevado a tener un hospital de fauna salvaje donde nuestros chicos liberan quinientas rapaces al año, una cooperativa Puentesan con seiscientas ovejas, diez mil kilos de queso, tres mil litros de vino, quinientos de aceite y otros quinientos kilos de miel. Aquí está el objetivo de la Fundación Mil Caminos de recuperar oficios perdidos y llevar talento a la España vaciada con proyectos de desarrollo sostenible.

Tenemos además una escuela viajera con la que aprendemos por Europa en autobuses litera, intercambios de Erasmus, cursos para desempleados…

Por último, quiero señalar los proyectos de cooperación: el de Marruecos, donde nuestros chicos rescatan escuelas para que otros no tengan que venir en patera y el ropero que sostiene un bonito proyecto educativo en Capiatá, Paraguay.

-En tantos años, ¿tienes datos sobre cuántos alumnos han logrado reinsertarse con éxito en la sociedad?

Los datos de calidad hablan de más del noventa y cinco por ciento. Pero siempre hay algún hijo o hija de nuestras niñas que vuelve con nosotros repitiendo algunas carencias vitales. Intentamos que consigan resiliencia, pero hay trastornos del apego o por estrés post traumático que dejan sus secuelas.

-Hablemos de proporciones, ¿Mas chicos que chicas? ¿Mas externos que Internos?

Más externos que internos. Unos seiscientos externos frente a ciento cincuenta internos en casas.

Los primeros años eran casi todos chicos, actualmente cada vez hay más chicas, más de la mitad y cada vez más jóvenes.

 -¿Cómo se financia un proyecto tan complejo? ¿Ayudas públicas, aportaciones privadas, mecenas?

 Financiación mixta, privada y, sobre todo, pública. Tenemos conciertos educativos y convenios con servicios sociales. Presentamos   proyectos por concurrencia competitiva.

Energía sin fronteras está siendo un benefactor extraordinario dirigido por personas excepcionales. A mí en particular, me sobrecoge su capacidad y su generosidad desinteresada.

En la Casa Escuela se da una pirámide inversa de dirección: los que más tiempo llevamos somos los que más estamos con chicos y familias. Ahora mismo es más fácil encontrar jóvenes para hacer papeles que para disfrutar con cuarenta de nuestros chicos en un aula, en un jardín o montando a caballo.

Seguimos teniendo proyectos sin financiación como educación no formal para inmigrantes ilegales, alfabetización, cata de oficios, el proyecto en Marruecos, la escuela viajera, el ropero, la escuela de circo, la escuela de cine…

-La estructura operativa, ¿cómo está organizada? ¿Más voluntarios que contratados?

Contratados, unos noventa trabajadores muy interdisciplinares: educadores e integradores sociales, psicólogos, biólogos, ingenieros, músicos, pastores, cocineros… y más de cuarenta entre voluntariado y estudiantes en prácticas de distintas universidades. Todos los trabajadores hacemos como mínimo un fin de semana de voluntariado al mes, más quince días en verano.

-A la vuelta de tantos años de dedicación, ¿de qué te sientes más orgulloso?

 De no abandonar después de treinta años y de seguir recibiendo energía y cariño. De compartir con todos ellos mi familia.  De ver y sentir lo positivo. Del equipo educativo y, sobre todo, de los chicos y chicas. Niños soñadores capaces de devolver bien por mal.