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Olga Ramírez y la Fundación Milla 91: Salud y Educación

Hay personas que pasan por el mundo para hacerlo un poco mejor poniendo a ese servicio sus conocimientos, su tiempo y su esfuerzo personal. Este es el caso de la doctora Olga Ramírez Balza, pediatra. Se inició como cooperante con las Misioneras Clarisas en Julio 2012, en la Clínica Milla 91, de Sierra Leona. Desde entonces ha viajado allí muchos veranos para realizar proyectos en salud, educación, energía solar y agua.

Olga preside la Fundación Milla 91 (Salud y Educación), de reciente creación. Esta entrevista quiere presentar a los lectores de la NL a una mujer extraordinaria y a la Fundación que ha logrado poner en marcha después de su amplio recorrido como cooperante.

  • Olga, el nombre de la Fundación da idea de avance, milla a milla, ¿qué quiere decir Milla 91?

El epicentro de nuestra actividad sanitaria se sitúa en Mile 91, distrito de Tonkolili, en el centro del país, a 91 millas de su capital: Freetown, y a eso se refiere el nombre. Allí colaboramos estrechamente con la población local, en una relación de respeto mutuo, prestando atención directa, ayudando, formando y construyendo infraestructuras básicas.

  • Como Milla 91 es una recién nacida en el mundo de las ONGs, ¿puedes resumirnos su gestación?

La verdad es que no fue iniciativa mía. Yo llevaba casi 10 años trabajando duro en muy diversos proyectos, muchos de ellos que se me fueron poniendo por delante y yo los cogía “al vuelo” con la ayuda y el apoyo de muchas personas, entre ellas Enrique Alcor, de Esf, que fue un puntal en las instalaciones solares que hemos ido poniendo allí y más tarde Fundación Eki y muchos otros. Hace un año, un pediatra y amigo, Benjamín Herranz, a quien yo animé a ir allí un verano, me puso casi entre la espada y la pared. Me dijo que yo movía ya muchos proyectos y mucho dinero y que tenía que crear una ONG legal para seguir creciendo. Benjamín, hoy vicepresidente de la Fundación, es también un gran empresario y estaba dispuesto a comprometer su ayuda con todo esto si yo daba el paso.

  • Sierra Leona es, según Informe de Desarrollo Humano (IDS) del 2019 de Naciones Unidas, uno de los 10 países más pobres y con mayor mortalidad materno-infantil del mundo, ¿cómo elegiste esta zona tan castigada?

Pues de esas cosas curiosas de la vida. Nuestra hija Sandra, hoy médico y patrona de la Fundación, estudiaba medicina en la Universidad de Navarra y fue a residir en el Colegio Mayor de las Misioneras Clarisas. Conocerlas a ellas ha sido de lo mejor que nos ha pasado en la vida, la verdad, pues son un ejemplo a seguir en su entrega, amor y generosidad en todo. Sandra se apuntó a un viaje de voluntariado en segundo año de carrera y yo me apunté con ella. Hoy lo pienso y no sé ni cómo me lancé a ello, pues acababa de pasar por un cáncer y una quimio muy dura y la verdad es que ni mucho menos estaba en mi mejor momento. Pero resultó ser increíble y enriqueció mucho nuestras vidas.

  • A corto plazo, ¿qué objetivos os habéis fijado? ¿Y qué estimación de beneficiarios consideráis?

Además de seguir colaborando con el plan de necesidades de material sanitario y medicación de cada año, pensamos seguir cooperando en la clínica durante los veranos, y aportando ayudas escolares de secundaria y de formación profesional. Nuestra mayor ilusión es poder poner en marcha la maternidad que construyó África Directo en el recinto de la clínica. Por supuesto, contando con las misioneras y la ayuda de algunos voluntarios ginecólogos amigos, que de nuevo vendrán este año con nosotros. Esto puede mejorar la vida y la salud de miles de personas y disminuir la mortalidad de las mujeres durante el parto que allí es de las más elevadas del mundo.

  • ¿Cuántas personas trabajan en Milla 91 y quiénes son vuestras contrapartes locales?

En la clínica de Milla 91, hay una médico española, la Hermana Patricia, dos enfermeras, una de ellas matrona y dos o tres hermanas más que dan apoyo a la clínica y también de intendencia. Nuestra contraparte local son las Misioneras Clarisas por el momento, pero si crecemos nos gustaría ayudar a otras contrapartes como Salesianos o escuelas de Wara wara.

  • Una pregunta muy personal, ¿qué empuja a una doctora madrileña con trabajo y familia a pasar su verano tan lejos de casa y no precisamente de vacaciones?

Creo firmemente que ayudar a los demás dando lo mejor de uno mismo y en la medida que uno pueda, es lo más maravilloso que uno puede hacer en este mundo. Nadie imagina el tiempo y esfuerzo que llevo dedicada a esto y lo inmensamente feliz que me siento haciéndolo. El tener a toda mi familia y amigos detrás, y en especial a mi marido Rafael Castejón, cirujano y patrono de la Fundación, ha hecho posible lo conseguido durante todos estos años. Sentir su apoyo cuando vamos juntos a trabajar allí una parte de nuestras “vacaciones” es fundamental para mí.

Olga cree firmemente que todo ser humano puede y debe contribuir de alguna manera a hacer posible que este mundo sea un poco mejor para todos. Y lo que cree lo hace. Desde Esf le deseamos toda la suerte que se merece en su nueva trayectoria y, puesto que compartimos objetivos en distintas zonas geográficas, quizás encontremos alguna línea de apoyo mutuo en un futuro próximo.