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Adiós a Javier Marías

                                                                                     Por Lucía García

Hace solo unos días, de forma inesperada y prematura, nos ha dejado Javier Marías, uno de los grandes de nuestras letras. Cierto que un escritor de su talla nunca desaparece del todo sino que vive para siempre en sus libros pero el duelo es inevitable.

Traductor de clásicos difíciles, articulista combativo, editor romántico, fue un autor muy leído dentro y fuera de España: su obra ha sido traducida a 44 idiomas y publicada en 57 países. Marías consideraba maestros suyos a Benet, Conrad y Sterne. Precisamente su versión de Tristram Shandy, de L. Sterne, se considera tan clásica como el original. Académico de la Lengua, autor muy reconocido por crítica y público, ganador de muchos premios, aunque aceptó muy pocos, y eterno candidato al Nobel que, según su amigo Pérez-Reverte, pierde mucha categoría por no habérselo dado en vida.

Profesor y escritor a tiempo parcial, publicó su primera obra con tan solo 19 años. En los años 80 con El hombre sentimental o Todas las almas empezó a ser mas leído en España pero todavía por minorías exquisitas. Con Corazón tan blanco (1992), para algunos su mejor obra, llega al gran público y al éxito editorial. Después llegaron Mañana en la batalla piensa en mí, Negra espalda del tiempo y la trilogía Tu rostro mañana, basada en la historia de su padre, el filósofo Julián Marías. Los enamoramientos, Así empieza lo malo, Berta Isla y Tomás Nevinson son sus últimos y celebrados títulos. Escribir era su pasión y a ello dedicó su vida de forma intensa e independiente. Muy anglófilo, proyectaba una imagen altiva y distante pero en la distancia corta era todo lo contrario, tímido, discreto y con gran sentido del humor. Y, por supuesto, cultísimo.

«… Y lo que me hace levantarme por las mañanas sigue siendo la espera de lo que está por llegar y no se anuncia, es la espera de lo inesperado”.

Como en España enterramos muy bien, en estos días hay profusión de obituarios y homenajes en todos los medios. Mi recomendación, y creo que Marías estaría de acuerdo, es leerlo directamente porque él está muy presente en todas sus obras y en cualquiera de ellas encontraremos el sabor de un clásico contemporáneo. ¡Larga vida al Rey de Redonda!