Por Mariano Molina
Hace ahora ocho años que la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible fue adoptada por la Asamblea General de la ONU. Concebida como un plan de acción a favor de las personas, el planeta y la prosperidad, la Agenda reconoce que el mayor desafío del mundo actual es la erradicación de la pobreza y afirma que sin lograrla no puede haber desarrollo sostenible. Entre los 17 Objetivos que contiene la Agenda, el numerado como 7 plantea que en el año 2030 se garantice a todas las personas humanas el acceso a una energía asequible, segura, sostenible y moderna.
A mitad de camino de esta ruta, 5 agencias internacionales (IEA, IRENA, UNSD, WB, WHO) han emitido un Informe sobre la marcha de la consecución del ODS7. Las conclusiones son importantes, pero agridulces, y se pueden resumir en una frase “El mundo continúa avanzando hacia objetivos energéticos sostenibles, pero no lo suficientemente rápido”. Dicho de otra manera, hay todavía 675 millones de personas sin acceso a la electricidad y 2.300 millones sin acceso al cocinado limpio (2021). La tendencia actual sugiere que en 2030 el mundo se habrá quedado muy lejos de los objetivos planteados en la Agenda.
Los esfuerzos deben ser mantenidos: para garantizar a todo el mundo el acceso a la energía en 2030, se debe acelerar la electrificación, aumentar las inversiones en energías renovables, mejorar la eficiencia energética y desarrollar políticas y marcos normativos que así lo permitan. Esto requeriría una financiación anual de entre 35.000 y 40.000 millones de dólares y la toma de conciencia de que hay un descenso continuo en los niveles de flujos financieros, tanto en las iniciativas de los países afectados como en los compromisos de ayuda internacional. Mientras que, en 2021, estos flujos ascendieron a 10,800 millones de dólares, un 35 % menos que la media del período 2010–19 y sólo un 40% del pico de 2017.
Las cifras anteriores contienen una realidad que debe ponerse de relieve una vez más: al ritmo actual de electrificación, habrá 660 millones de personas sin servicio en 2030, pero ¡ojo! 560 millones estarán en África Subsahariana. Este dato debe contrastarse con la cifra observada de personas que accedieron a la electricidad entre 2010 y 2021 en Asia, aproximadamente 400 millones de personas. Otro tanto ocurre con el cocinado limpio: en 2021, el 71 % de la población mundial tenía acceso a tecnologías y combustibles limpios, frente al 64 % en 2015. La región que tenía las tasas de acceso más bajas era el África subsahariana, en la que los avances hacia una cocina limpia no han logrado seguir el ritmo del crecimiento demográfico, lo que en 2021 ha dejado sin acceso a un total de 900 millones de personas.
Estos números hablan por sí solos. La consecución del ODS 7 sigue siendo una necesidad para asegurar que el desarrollo en todas sus dimensiones sea una realidad en todo el mundo. Para que los esfuerzos de la cooperación internacional entiendan la importancia de incluir el acceso universal a la energía entre sus objetivos y para animar a las organizaciones como Energía sin fronteras a continuar en su empeño de llevar energía asequible, segura, sostenible y moderna a todos.
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