Todos los cuentos hablan de sentimientos. Pero es difícil que los sentimientos sean los protagonistas de los cuentos. Esta es la propuesta de Juan Trimiño: ¿qué ocurre cuando quien no puede sentir conoce uno de los más intensos sentimientos humanos, el Amor? ¿Qué ocurre cuando quien comienza a sentir es precisamente la responsable de mantener y ordenar el equilibrio de los sentimientos de todos los humanos? La solución es difícil porque todo sentimiento lleva a la acción, todo sentimiento provoca un deseo. Si conseguir el deseo no es posible, las consecuencias anímicas pueden ser terribles. Y aquí es fundamental conocer qué es lo que sentimos y hacerlo compatible con las posibilidades que nos ofrece la realidad.
Todo esto, y mucho más, se narra en “El cuento de Roma. El orden de los sentimientos”. Sin ánimo moralizante, simplemente como una historia breve e imaginativa, aparentemente infantil pero cargada de enseñanza y reflexión.
“El cuento de Roma. El orden de los sentimientos” es un amable y tierno cuento de Juan Trimiño Sampedro. Para situarnos, hay que decir que Juan es hijo de uno de nuestros más esforzados voluntarios. Pero esto no es restarle méritos. Al contrario, parece un síntoma de que en esta familia el detallismo y la creatividad son rasgos inherentes.
Porque “El cuento de Roma” es además un bonito conjunto de imágenes y dibujos realizados esmeradamente por ordenador pero que sobre el papel dan la sensación de delicadas y coloridas acuarelas que ilustran la historia. Una historia breve y recomendable, bien escrita y que deja un muy agradable sabor de boca.
(Español) Somos una ONGD de personas voluntarias comprometidas con el bienestar de los más vulnerables, una plataforma de la sociedad civil que quiere trabajar por el desarrollo de los más desfavorecidos y alejados, mediante su experiencia y capacidad de acción en el acceso a la energía.
(Español) C/ Maudes n °51 – 28003, Madrid
Teléfonos:
Proyectos: 624 70 32 11
Administración: 661 31 6659
E-mail: info@energiasinfronteras.org
© Copyright 2024 | Energía sin Fronteras