Con esta contundente declaración comienza el sexto informe[1] del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC) sobre el estado de la ciencia climática mundial, un informe elaborado por 200 científicos a partir de 14.000 artículos publicados desde el informe anterior de 2013 y aprobado el pasado 7 de agosto por 195 delegaciones nacionales, lo que demuestra un total consenso con todos los gobiernos de la ONU.
El informe desgrana conclusiones de gran calado, como que la última década fue la más calurosa en 125.000 años, que el CO2 atmosférico está en un pico de dos millones de años, o que los gases de efecto invernadero han elevado la temperatura media mundial en aproximadamente 1,1 ºC por encima del promedio de finales del siglo XIX.
También el informe resalta avances importantísimos en la ciencia del clima: ahora ya se pueden vincular eventos climáticos específicos -olas de calor, lluvias torrenciales o huracanes, especialmente destructivos como los sufridos este verano-, con el cambio climático provocado por el hombre. Y esto es posible gracias a los estudios de atribuciones del World Weather Attribution[2], un grupo de investigación internacional capaz en pocos días de determinar la contribución del cambio climático a estos eventos extremos. Este avance es de extraordinaria importancia, por la creciente frecuencia y magnitud con la que se manifiestan. La Organización Meteorológica Mundial[3] reconoce que en los últimos 50 años el número de desastres climáticos se ha multiplicado por cinco.
No menos importante es el aumento en precisión en la sensibilidad climática, un hito que ha llevado cuatro décadas; ahora se sabe que la respuesta de la Tierra a doblar los niveles preindustriales de CO2 está entre 2,5 ºC y 4ª C, un hallazgo que permite a los científicos hacer proyecciones de temperatura más precisas para el resto del siglo, dando una imagen más clara de lo que puede estar reservado si no actuamos rápidamente para reducir las emisiones. En este sentido, el informe del IPCC es muy claro: si queremos no superar el incremento de 1,5ºC del Acuerdo de Paris, es necesario reducir desde ahora las emisiones de manera drástica, -hasta un 45% en 2030-, para llegar en 2050 a la neutralidad de carbono.
Hasta aquí los avisos del consenso de la ciencia a los políticos: claros, contundentes y sin fisuras. A este primer informe sobre la ciencia del clima le seguirán en breve otros dos, de los grupos de trabajo dedicados a los impactos y a la mitigación. Ningún gobierno tiene ya excusas para eludir su responsabilidad y no actuar.
Sin embargo, el baño de realidad nos lo trae la prensa[4] de estos días: “Las emisiones mundiales crecerán un 16% hasta 2030 y abocan a un calentamiento de 2,7 grados”, haciéndose eco del ultimo informe de Naciones Unidas[5] sobre las acciones climáticas que los países llevan a cabo para conseguir los objetivos del Acuerdo de París. “Los gobiernos deben duplicar sus esfuerzos para limitar el calentamiento por debajo de los 1,5-2ºC para finales de siglo”, es una de sus conclusiones.
Parece claro que nos abocamos a una crisis climática en la que las responsabilidades en su origen y los daños provocados son profundamente asimétricos, en claro perjuicio de los países en desarrollo, que son los que con mas virulencia sufren las consecuencias de los cambios del clima y sin apenas recursos para la adaptación. En Esf conocemos de primera mano los estragos que el cambio climático produce en el ciclo del agua en muchas comunidades subsaharianas en las que estamos presentes y las migraciones obligadas que provoca por la ruina de la agricultura.
Alcanzar estos objetivos de reducción de CO2 a la vez que se avanza en la Agenda 2030 y en particular en cerrar la brecha del acceso a la energía, solo puede lograrse con una transición energética basada en la solidaridad y la justicia social, que tenga en cuenta las diferencias históricas en emisiones y las enormes desigualdades económicas, no solo entre países, sino también en el seno de las sociedades.
Desde Energía sin fronteras contribuimos a facilitar el acceso a la energía a las poblaciones más vulnerables mediante energías renovables, limpias y asequibles. Pero debemos redoblar nuestro esfuerzo, proporcionando también herramientas y conocimiento que faciliten la adaptación y aumenten la resiliencia de las comunidades. Y también poner en común nuestro aprendizaje y experiencia, de una manera colaborativa, con otras organizaciones.
El Pacto por el Clima[6] de la Fundaciones españolas, al que Esf se adhirió este año, es el marco ideal para aunar esfuerzos y aprovechar las sinergias con otras ONGs preocupadas por la actual situación de emergencia climática. Os invitamos a consultar el documento “Emergencia climática y justicia social”[7], que constituye la base del Pacto y entre todos poner en marcha en el ámbito de Esf las siete acciones a las que nos compromete la adhesión:
- Educar y aprender.
- Comprometer recursos.
- Innovar e integrar.
- Invertir de manera responsable.
- Actuar de forma sostenible.
- Informar con transparencia.
- Continuar con empeño
En estos momentos, es tal vez la mejor forma de luchar contra el cambio climático y de buscar soluciones para hacer frente a la emergencia climática a la que se refiere el recién publicado informe del IPCC.
[1] https://www.ipcc.ch/report/ar6/wg1/#SPM
[2] https://www.worldweatherattribution.org/
[3] https://www.bbc.com/news/science-environment-58396975
[4] https://elpais.com/clima-y-medio-ambiente/cambio-climatico/2021-09-17/crisis-climatica-las-emisiones-mundiales-creceran-un-16-en-2030-y-abocan-a-un-calentamiento-de-27-grados.html
[5] https://unfccc.int/sites/default/files/resource/cma2021_08_adv.pdf
[6] https://www.fundaciones.org/es/noticias-aef/sumate-pacto-clima
[7] http://intranet.fundaciones.org/EPORTAL_DOCS/GENERAL/AEF/DOC-cw5fb2c13b8e865/Fundacionesporelclima-Emergenciaclimaticayjusticiasocial-online.pdf