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La labor de las ONG con las personas sin hogar

                                                                                                                Por Fernando Urquiza

Según datos del INE, un total de 28.552 personas sin hogar fueron atendidas en centros asistenciales de alojamiento y restauración en 2022, un 24,5% más que en 2012. Seguramente el número de personas en esta situación sea muy superior, por encima de 30.000. Personas que no solamente han perdido su hogar, su trabajo y cualquier fuente de ingresos que les permita subsistir, sino toda relación con la sociedad. Excluidos de ella.

Lo lógico sería que estas personas fueran asistidas por las administraciones públicas, pero todos somos conscientes de que esto no es así, al menos, en una amplia mayoría por lo que la labor llevada a cabo por multitud de instituciones asistenciales de carácter privado que se dedican a su atención es vital.

Una parte importante de la labor llevada a cabo por estas instituciones consiste en dar alojamiento temporal a estas personas de tal manera que no solo tengan un techo donde dormir, sino que poco a poco puedan volver a tomar contacto con la sociedad, se acostumbren a la convivencia con otras personas, en definitiva, que tengan un hogar. Esta labor se complementa en la mayoría de los casos con el acompañamiento en el acceso a las ayudas sociales existentes, búsqueda de una solución laboral que les permita recuperar cierta independencia y/o acceso a la sanidad, en definitiva, que reciban el apoyo necesario para la normalización de su estatus social.

Este realojo se lleva a cabo, en algunos casos, en centros residenciales gestionados por grandes instituciones como Cáritas pero, en la mayoría de los casos, existen multitud de pequeñas organizaciones de ámbito más o menos local dedicadas a esta labor. Asociaciones como San Ricardo Pampuri en Fuenlabrada o Caravana Solidaria en Madrid, con las que Energía sin fronteras colabora, que se dedican a dar asistencia a personas en situación de exclusión social a los que acompañan en un camino de retorno.

¿Cómo se materializa esa colaboración? Hay que tener presente que el parque de vivienda en España es, en gran medida, antiguo: más de la mitad de los 25 millones de casas existentes tienen más de 40 años de antigüedad, lo que significa que fueron construidas con anterioridad a la primera normativa reguladora sobre las condiciones térmicas de los edificios. Este porcentaje se eleva considerablemente si nos referimos a las viviendas habitadas por personas en situación vulnerable o lo que es lo mismo con bajos ingresos. Dentro de este conjunto se encuentran no solo las viviendas en las que residen familias vulnerables de forma permanente, sino también la mayoría de las viviendas gestionadas por las organizaciones asistenciales dedicadas al realojo temporal de las personas sin hogar.

Es por ello que entre las acciones previstas a llevar a cabo por Energía sin fronteras dentro de su programa de acción en materia de pobreza energética, se ha incluido, el asesoramiento y, en su caso, implantación de medidas de microeficiencia en viviendas gestionadas por estas instituciones de tal manera que puedan reducir su factura energética y contar con más recursos para seguir llevando adelante su importante labor social.