Por Marta Merino
El pasado 23 de junio, unos voluntarios de Energía sin fronteras salimos rumbo a Benín, situado al oeste de Nigeria en África Occidental. En Benín, Energía sin fronteras lleva varios años colaborando en proyectos de electricidad y agua, pero para Paula y para mí era la primera vez que visitábamos este maravilloso país. Por primera vez el equipo de sostenibilidad tenía la oportunidad de visitar los proyectos y conocer a nuestras contrapartes. Y es que hoy en día gracias a internet podemos comunicarnos con todo el mundo, pero nada es igualable a la sensación de cercanía y confianza que te proporciona conocer a alguien en persona. Y para el equipo de sostenibilidad, cuya misión es ayudar a que los proyectos se mantengan en el tiempo, gracias a que las comunidades los hagan suyos, es fundamental tener una buena relación y comunicación con los beneficiarios de los proyectos.
Sabiendo esto, partimos con muchas ganas ese viernes 23 de junio el primer grupo de voluntarios. Paula, del equipo de sostenibilidad, desde Holanda y Laureano, del equipo técnico, y yo, también del equipo de sostenibilidad, desde Madrid. Aprovechando que teníamos la oportunidad de ir a Benín, algunos de los voluntarios viajamos antes para visitar el, ya en servicio, proyecto del Hospital de Dangbo, al sur de Benín, donde nuestro querido amigo el Dr. Jorge Parise hace campañas de cirugía con su equipo mediante su asociación “Dangbo, Infancia y Cirugía”. Dos días más tarde nos reuniríamos con el resto de voluntarios de Esf y con compañeros de la empresa Axpo para iniciar el largo camino hacia el proyecto de electrificación del internado de Segbana, al norte de Benín.
Nuestra visita al hospital de Dangbo fue corta pero muy intensa y bonita. Aterrizamos en Cotonou a las 4 de la mañana donde, antes incluso de que amaneciera, la Hermana Opportune, directora del hospital de Dangbo, nos estaba esperando para llevarnos en furgoneta a la localidad. Tras descansar un poco en nuestro hotel, fuimos a visitar a las hermanas y conocer, por fin, el Hospital de Dangbo.
Llovía mucho, pero eso no ensombreció la admiración e ilusión que sentimos los tres, Laureano por volver a visitar el proyecto en el que había trabajado cuando se puso en marcha la instalación eléctrica, y Paula y yo por conocer el hospital y a sus trabajadores.
Ya en el hospital, la hermana Opportune nos contó cómo la nueva instalación eléctrica estaba ayudando a su buen funcionamiento y los diferentes planes que le gustaría llevar a cabo para poder dar un mejor servicio a sus pacientes. La nueva instalación había ayudado a reducir la factura eléctrica y con ese ahorro se podrían plantear nuevos proyectos, asegurar el mantenimiento de la instalación y, muy importante, dotar de mejores salarios a sus trabajadores. Paula y yo aprovechamos la oportunidad para hablar de la importancia que tiene para el equipo de sostenibilidad el poder tener una buena relación de comunicación y colaboración para así poder seguir ayudando a la comunidad, al hospital y al mantenimiento de la instalación. Después de haber hablado por mensajería y correo electrónico, nos fue muy fácil corroborar lo que ya sabíamos, que no hay mensaje que mejor se transmita que aquel que se comparte con una sonrisa y mirándonos a los ojos.
La visita al hospital fue un éxito y estamos seguros de que Energía sin fronteras podrá seguir ayudando a mejorar su servicio, sin cortes eléctricos que impidan operar con tranquilidad, teniendo acceso a un bien tan preciado y tan básico como la electricidad.
Tras la visita a Dangbo, volvimos a Cotonou para iniciar con los demás compañeros el largo viaje a Segbana. Nuestros compañeros, Juan Ignacio, jefe del proyecto de Esf, y Andoni, Joao y Ricardo, de Axpo, llegaron también en el vuelo de las 4 de la mañana, pero esta vez, debido a que el viaje a Segbana es muy largo y a que queremos aprovechar allí el máximo tiempo posible, partimos directamente en furgoneta hacia el norte del país. El cansancio no es suficiente para poder parar a este grupo de voluntarios.
Llegamos a Segbana tras 14 horas de viaje en furgoneta, repartidas en dos días para que nuestro conductor pudiera descansar. El proyecto de Segbana nos emociona a todos. Es un proyecto nuevo en el que Esf ayuda a proporcionar luz y electricidad a dos internados, uno de niños y otro de niñas, dedicados a educar a unos 40 niños y niñas de diferentes edades y con diferentes situaciones familiares.
El equipo técnico hace un gran trabajo durante los dos días que estamos allí asegurándose de que la instalación funciona correctamente y puede abastecer a ambos internados. Este es un proyecto nuevo y, por tanto, tenemos dos misiones: asegurarnos de que la instalación funciona, y sensibilizar y formar a los beneficiarios para su mantenimiento.
Desde sostenibilidad, Paula y yo tenemos la gran oportunidad de conocer a los beneficiarios directos y al resto de la comunidad y alrededores. Pudimos conocer de primera mano la situación de Segbana y cómo podemos prestar ayuda desde Energía sin fronteras. Aprovechamos la ocasión para hacer diferentes entrevistas y visitas, primero en los internados, después en el centro social del pueblo, los colegios y centros de educación secundaria y el centro médico. Aprendemos mucho de estas visitas y esperamos nos sirvan para seguir colaborando con la comunidad y ayudando a su desarrollo. Después, junto con los beneficiarios del internado, creamos lo que llamamos el Comité de Gestión, que son las personas que se encargarán de cuidar y mantener la instalación, sentirla suya y esforzarse porque sea el comienzo de una nueva vida con electricidad y con nuevas oportunidades. Una vez más, conocernos facilita la comunicación y, por supuesto, hablando francés, ganamos confianza con nuestra contraparte y ellos con nosotros. Esta es la importancia de los viajes.
Las diferentes entrevistas las resumiría en una frase que nos dijo el padre Charlemagne, director del internado de niños: “la lumière c’est la vie”. La luz es vida. Para nosotros, que tenemos luz con solo dar a un interruptor y que damos por hecho el tener electricidad, nos parece impensable carecer de este bien de primera necesidad y nos cuesta imaginar qué significa no tener luz. Pero si nos paramos a pensar… ¿qué supone no tener electricidad? No poder conservar alimentos en una nevera, no poder caminar con tranquilidad y con seguridad por la ciudad cuando se pone el sol, no poder hacer vida nocturna… y un sin fin de ejemplos que os invito a que reflexionéis. Todo esto es lo que aprendimos como voluntarios de Energía sin fronteras y por lo que dedicamos nuestro tiempo, cariño y esfuerzo a que gente como nuestros amigos de Dangbo y Segbana puedan tener acceso a la electricidad igual que nosotros.
(Español) Somos una ONGD de personas voluntarias comprometidas con el bienestar de los más vulnerables, una plataforma de la sociedad civil que quiere trabajar por el desarrollo de los más desfavorecidos y alejados, mediante su experiencia y capacidad de acción en el acceso a la energía.
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