Los equipos de la Fase II ya están en Honduras a la espera de ser distribuidos y utilizados tan pronto sea posible hacerlo en condiciones sanitarias seguras. La pandemia del COVID19 ha afectado lamentablemente a todo el planeta, confinando a las personas en sus casas y paralizando cualquier actividad que no esté relacionada con la protección de la salud. Honduras tampoco se ha librado de la infección. Por ello, la mayoría de las comunidades del Yoro se han aislado y han cerrado sus fronteras. Esto ha motivado que alguna de las familias usuarias de los equipos de Corylus no se hayan podido desplazar para liquidar su deuda.
Ante la emergencia nacional que se ha instaurado en el país, todas las instituciones y organizaciones destinan sus recursos humanos y materiales a la ayuda humanitaria de las poblaciones más desfavorecidas y aisladas, ésas que, al carecer de los recursos más básicos, necesitan de la aportación de alimentos para su subsistencia. Por ello, nuestros socios hondureños en este proyecto se dedican, en cuerpo y alma, a repartir alimentos, agua y medicinas y a atender a las poblaciones más desasistidas.
Pero el Proyecto Corylus sigue adelante. Así, a día de hoy, las 260 familias correspondientes a la Fase II ya están caracterizadas, seleccionadas y preparadas para recibir los equipos fotovoltaicos que iluminarán sus domicilios, equipos que están comprados y retenidos en el puerto de San Antonio de Cortés en Honduras, a la espera de que la pandemia se resuelva y puedan ser entregados a sus beneficiarios.
En medio de esta situación, Esf ha puesto a disposición de las ONGs y autoridades de la zona la ayuda de la persona que, pagada por la Fundación, venía realizando la labor de caracterización de familias para su posible inclusión como usuarios de Corylus. Como se aprecia en las fotos, colabora en las labores de reparto de ayuda humanitaria a las familias incluidas en este proyecto.