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Los Voluntarios ayudan a que las Comunidades conserven sus raíces

Como todos sabéis ya, este año finaliza nuestro actual Plan Estratégico, y en estos meses estamos involucrados, todos, en preparar nuestro próximo Plan, el que nos guiará durante los siguientes 4 o 5 años. Tenemos que agradecer a José Luis que haya sabido encontrar, y resumirnos, este artículo publicado hace unos meses en NPQ. El artículo aborda de lleno una de las constantes preguntas que nos hacemos en Esf, ante las presiones que solemos recibir desde el entorno, sobre la necesidad de fortalecer nuestra escasa estructura profesional. ¿Podemos cumplir bien nuestra Misión y Visión, con una estructura mayoritariamente de personal voluntario? Siempre hemos respondido lo mismo a esa pregunta: Sí y estamos orgullosos de ello. ¿Cómo lo hacemos? En línea con lo que dice el artículo – es bueno leérselo -, debemos sumar siempre a las presiones del entorno,- conseguir financiación y hacer proyectos-, nuestras propias presiones internas: fortalecer nuestra misión y nuestros valores, no olvidar para qué nacimos. ¿Cómo medir esto? Aquí nos dan algunas ideas para reflexionar

 

Como saben casi todos los lectores de este blog, la Fundación Energía sin fronteras es una ONG en la que casi todo el trabajo se hace por voluntarios. En el día a día de nuestras actividades vemos ventajas e inconvenientes de ese enfoque, pero siempre acabamos pensando que es mejor así.

El artículo de Sue Carter Kahl “Can Volunteers Help Nonprofits Keep their Community Roots Alive?“, publicado en NPQ hace unos meses sostiene eso mismo. De hecho, al releerlo ahora, a veces me parecía que hablaba de Esf…

Por José Luis Trimiño                                                                          7 de julio de 2021

Sue Carter Kahl empieza haciendo referencia a la creciente profesionalización del sector de las ONG. Varios estudios[1] consideran que ello -y el recurrir mucho a consultores- aparta a las ONG de sus raíces y fuerzas motrices. Eso empuja a que sus actividades sean cada vez más sofisticadas y a ser dirigidas por profesionales remunerados. A veces, dejando de lado a los entornos de los que surgió la ONG y a los grupos a los que da servicio (clientes).

¿Cómo hacer frente a eso? El artículo considera que un buen camino es volver a / renovar el voluntariado. Los voluntarios son una pieza clave en lo que la organización acaba haciendo y logrando -y, sobre todo, en cómo lo hace. Los voluntarios prestan servicios de corazón, con cuidado y orientados a fortalecer lo comunitario; sin embargo, es frecuente que las presiones financieras pongan eso en cuestión y empujen a la ONG a un camino más profesional / empresa.

Piensa que eso evidencia una tensión entre dos enfoques de la rendición de cuentas. Uno, estrecho, orientado a los financiadores y otro, amplio, que mira hacia la misión y hacia los grupos o comunidades a los que da servicio.

El artículo que comento lo expone de una manera que considero interesante: una tensión entre dos dimensiones de la organización: la “instrumental” y la “expresiva”. Los elementos “instrumentales” son prácticos y están orientados a conseguir resultados y buscar recursos. Los “expresivos” son simbólicos, se orientan a los valores y consumen recursos. Por ejemplo, una ONG realiza tareas instrumentales, como ejecutar proyectos o conseguir fondos; pero las razones por las que lo hace reflejan sus dimensiones expresivas.

Cuando los dirigentes de la organización tienen que rendir cuentas a muchas partes interesadas (“stakeholders”), hay riesgo de dejar de lado las rendiciones de cuentas “expresivas”, porque: 1) hay unas obligaciones instrumentales fuertes, movidas desde fuera y 2) las rendiciones de cuentas expresivas son menos precisas y visibles. Eso puede debilitar la atención que la organización presta a su misión y mermar su búsqueda de valores. Los dirigentes pueden estar tan absorbidos por cumplir las exigencias externas (informes u otros requisitos de los financiadores), que prestan poca atención a las comunidades a las que la ONG está orientada o de las que procede.

Y es que el trabajo “instrumental” es más visible y fácil de medir; además, si no se realizan las tareas instrumentales hay una penalización claramente establecida. En cambio, el expresivo es más difícil de medir (¿cómo medir los valores?), a menudo es invisible y/o intangible; es cierto que si la ONG no trabaja de acuerdo con su misión y valores eso trae consecuencias negativas, pero son menos patentes; lo habitual es que la rendición de cuentas “expresiva” sea interna y voluntaria.

Sue Carter Kahl considera que el voluntariado es el nexo entre lo instrumental y lo expresivo. Los voluntarios hacen cosas en beneficio de la organización (lo instrumental), pero su actuación suele estar motivada por y opera como una expresión de valores o de identidad (lo expresivo). Los voluntarios:

-hacen un trabajo valioso;

-conciencian sobre la misión de la ONG y sobre aspectos sociales;

-abren la puerta a donaciones y a financiación;

-contribuyen al compromiso con una causa y a un sentimiento de pertenencia;

-amplían el conocimiento y los contactos de la organización;

-estimulan la transparencia y la confianza en la ONG.

Señala que las ONG cuentan con esos servicios de los voluntarios, pero tienden a minusvalorarlos, por ser difíciles de ver, tocar o medir. Y es raro que agentes externos a la ONG pidan hacer un seguimiento o rendir cuentas sobre ese trabajo de los voluntarios. Una consecuencia es que la ONG tienda a dedicar pocos recursos a fomentar el compromiso de los voluntarios, lo que lleva a un círculo vicioso: no estimular ese compromiso lleva a que los voluntarios no se comprometan mucho… Y a dedicar más atención a lo instrumental.

A veces, la organización responde a esos retos recurriendo a herramientas instrumentales para poner en evidencia el trabajo de los voluntarios: contabilizarlo, monetizarlo, aplicar modelos empresariales de recursos humanos… El artículo llama la atención sobre eso. Puede ocurrir que esas estrategias instrumentales reduzcan el margen para involucrar a los voluntarios.

Está claro que las ONG tienen que atender tanto a los aspectos instrumentales como a los expresivos. ¿Cómo hacer? El artículo recomienda:

-Aceptar y adoptar el carácter “expresivo” del trabajo de la ONG.

-Que el compromiso de los voluntarios constituya un vehículo de la dimensión “expresiva” del quehacer de la ONG. Con frecuencia, los temas en los que trabajan las ONG presentan retos que requieren una adaptación continua, para lo cual no solo hay que trabajar / hacer cosas, sino también actuar conforme a unos valores.

-Replantearse la eficiencia, que es un motor importante de lo instrumental. En nuestro mundo hay una tendencia a buscar soluciones eficientes. Pero las ONG trabajan con personas, no con aparatos. Suele considerarse fastidioso el tiempo y la energía que lleva trabajar con voluntarios. Es cierto, pero, cuando se hace bien, la recompensa es que se avanza en la misión y en que las comunidades -objetivo y de raíces- son verdaderos socios y compañeros.

-Reconsiderar si las cifras constituyen el mecanismo principal de rendición de cuentas. Compartir la narrativa subyacente en la misión y programas de la organización. Suplementar las cifras con imágenes, historias y símbolos, que recojan lo expresivo.

-Alinear el compromiso de los voluntarios con los esfuerzos que hace la ONG por la igualdad y la inclusión. Cuidar la “rendición de cuentas hacia abajo”: a los clientes (objetivo) y a la base social (voluntarios). Por ejemplo:

. Mecanismos para que los clientes se expresen y atender a ello.

. Recoger lo que perciben los voluntarios que están en el terreno,

. Diseñar los proyectos y las tareas con aportaciones de los clientes.

No es fácil. Y lleva tiempo. Pero es esencial.

CC BY-NC-SA