Por Carolina Carin
Desde que era muy joven tuve una cosa clara… quería dedicarme a ayudar a la gente. Con los años, y tras varios voluntariados durante mi adolescencia, decidí que estudiaría Trabajo Social y que sería desde ese ámbito desde el que, con mi trabajo, ayudaría a que la gente pudiera tener una vida mejor.
Durante mi formación fui conociendo otras duras realidades: trabajé con drogodependientes y personas sin hogar,… finalmente, la curiosidad y las ganas de aprender me llevaron hasta la India. Alii pasé un año viviendo en las zonas rurales con los tribales Santalis y colaborando en un proyecto de desarrollo tras el Tsunami. Tuve la oportunidad de conocer un país con una cultura rica, ancestral y con muchas desigualdades sobre todo en lo que respecta a ser mujer.
Al volver inicié mi trayectoria profesional en el mundo de las ONGs. Con la experiencia vivida y la formación recibida, estaba preparada para seguir trabajando por un mundo mejor, más justo e igualitario.
Por suerte, al volver de la India, pude trabajar en proyectos de cooperación que, por lo general, han llevado al desarrollo y a una mejor calidad de vida a las personas de la zona que había conocido. Una de mis mayores satisfacciones ha sido volver a la India, 10 años después de la primera vez, y ver que el trabajo ha dado su fruto. Cuando las jóvenes de la zona te dicen que sin ese internado no habrían podido completar sus estudios o que sin esos aseos en la escuela no habrían podido seguir estudiando,… eso es lo que más me gusta de la cooperación al desarrollo… que da posibilidades a la gente para vivir mejor.
Creo que la cooperación al desarrollo es un buen instrumento para impulsar las zonas más necesitadas y que, trabajando conjuntamente, podemos lograr una vida más digna para muchas personas que hoy viven bajo mínimos. Asimismo, creo que tenemos que dar cada vez más protagonismo a las contrapartes locales y a las comunidades para que que sean ellas mismas las impulsoras de su desarrollo.
Mi viaje por la cooperación continúa, ahora desde Energía sin fronteras, trabajando por la universalidad en el acceso a agua, saneamiento y energía, con muchos proyectos en curso o en estudio. Desde la convicción de que juntos podemos hacer grandes cosas por un mundo mejor para todos los seres humanos que lo pueblan.
Trabajar con los voluntarios me está aportando mucho y el trabajo que desarrollamos como un equipo hace que nos complementemos muy bien. Hemos conseguido que lo técnico y lo social se den la mano para generar desarrollo sostenible. Desde que llegué a Energía sin fronteras me he sentido muy apreciada y apoyada por los voluntarios gracias a los cuales todo funciona.