Por Lucila Izquierdo
El pasado 25 de febrero, el Aula de Solidaridad, grupo de reflexión sobre temas sociales encuadrado en la U. de Comillas y al que Esf está muy unida, dedicó uno de sus habituales diálogos al tema Mujer y Ciencia. Por sugerencia de AEMENER (Asociación Española de Mujeres en la Energía), los responsables del Aula me invitaron a acompañar a Gloria Platero, Prof. de Investigación del Instituto de Ciencia de Materiales del CSIC, presentando el tema. Las intervenciones de los participantes fueron muy variadas y el debate final resultó de mucho interés.
La Asamblea General de Naciones Unidas proclamó el 11 de febrero Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, reconociendo así lo injusto de la escasa presencia de la mujer en la evolución científica y tecnológica tal como hasta ahora nos la han venido contando, y la necesidad de cambiar el rumbo. Cada año en estos días, se replantea el tema del papel de la Mujer en la Ciencia. El debate suele presentarse de dos formas: la dificultad de las mujeres para hacerse reconocer en la carrera científica y la escasez de niñas y jóvenes que eligen las carreras STEM (ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas), pues ambas situaciones tienen algunos puntos de reflexión comunes.
Aunque en investigación los avances han sido importantes, como demuestran los informes anuales que vienen haciendo organizaciones de mujeres científicas o académicas en todo el mundo, esta evolución positiva se ha ralentizado un poco en los últimos años y los efectos de la COVID19 pueden hacer temer que siga así algún tiempo más. En todos los informes aparecen las llamadas curvas de tijera, (las mujeres empiezan las carreras en igualdad con los hombres y, en un punto, cambian el rumbo y empiezan a desaparecer, terminando menos de un 30-35 % en las últimas escalas profesionales) y los conocidos techos de cristal ( índice que compara la proporción de mujeres en las tres categorías investigadoras respecto a la proporción de mujeres en la categoría superior). Un índice superior a 1 refleja la dificultad de las mujeres para llegar a la categoría superior de su profesión y los índices no suelen bajar del 1,35.
¿Por qué las mujeres se esfuman a lo largo de su carrera? Hay varias causas reconocidas: Los roles de género, los estereotipos sociales y la dificultad para conciliar vida familiar y profesional son comunes a las desigualdades de la mujer en otros campos pero, en el caso de la carrera investigadora o académica se observan también sesgos importantes, y a veces inconscientes, en las evaluaciones y reconocimiento de los méritos de las mujeres, tales como: para el mismo grado de méritos la mujer es considerada menos competente; un mismo criterio de evaluación para la selección del profesorado (tener familia, hobbies) es considerado positivo para los hombres y negativo para las mujeres, o la existencia de cartas de recomendación diferentes para hombres y mujeres; estos sesgos crean un ambiente hostil para la mujer, que acaba tirando la toalla. Existen además otras causas, aunque no sean tan manifiestamente antifemeninas, como son: la invisibilidad de la ciencia en la sociedad, la importante precariedad en la carrera investigadora, y la excesiva competencia y exigencia en los criterios de evaluación, que exige un alto grado de dedicación fuera de los horarios laborales, lo que ejerce una fuerte presión sobre la conciliación.
Todas estas situaciones han sido más evidentes durante la pandemia COVID-19, aunque provocando sentimientos agridulces; por un lado, han confirmado la mayor dedicación de las mujeres a las tareas domésticas (en estos meses los hombres han podido publicar más que las mujeres); por otro, han demostrado la importancia de la ciencia en todos los ámbitos, y en España están dando visibilidad a las científicas, en especial a las del CSIC que lideran más del 50% de los proyectos de investigación dentro de la Plataforma Salud Global
¿Por qué las niñas y jóvenes no eligen las carreras STEM? Este hecho se ha analizado mucho en los últimos años y ha sido objeto de múltiples iniciativas para animar a las niñas y mujeres a elegir estos estudios, tanto en la escuela como en las etapas previas a la universidad, ambas cruciales.
La primera causa identificada es la falta de referentes femeninos en la visión social de la ciencia. En los libros escolares hay que irse hasta Marie Curie para encontrar una figura femenina. Existen actualmente muchas iniciativas desde distintos ángulos para hacer aflorar el papel crucial de muchas mujeres ignoradas hasta ahora y hay esperanzas de que sean efectivas.
Los roles de género y los estereotipos también afectan a la forma en que las niñas ven su propio futuro; algunos estudios afirman que debido a los roles sociales, las niñas se consideran menos brillantes que sus compañeros. Las actuaciones en este sentido son más complejas y no siempre eficaces. Se apuntan otras posibles causas sin respuesta todavía a la hora de analizar su influencia en la elección de estudios ¿Con qué criterios se elige la carrera? ¿Se orienta la elección desde muy pronto? ¿Qué imagen de mujer promueven los Medios o las RRSS?
En cualquier caso, el papel de la familia y del colegio se considera esencial, y ya existen multitud de iniciativas en escuelas e institutos de secundaria para cambiar la percepción de los estereotipos.