Por lo visto hay un dicho popular que dice “año bisiesto, año siniestro”. Puede que sea así, puede que no; pero nadie podrá negar que el año 2020 ha sido un año fuera de lo normal. En términos populares quizás se pueda calificar como un año trágico dadas las terribles consecuencias de la pandemia; en otros órdenes, todos estamos de acuerdo en que ha sido un año en que hemos tenido que vivir de manera muy diferente, lejos de nuestros patrones de conducta habitual, condicionados por la COVID 19 y la necesidad de protegernos y proteger a los demás de las amenazas de un virus nuevo, diferente y peligroso.
Esta situación ha afectado a todos los ámbitos de nuestra vida. También a nuestra relación y nuestro trabajo con Esf. Hemos tenido que adaptarnos para seguir perseverando en esta misión común. “Dicho con toda humildad, lo hemos conseguido”. Nuestra ONG, nuestra organización, ha continuado esforzándose por llevar el agua, el saneamiento y la energía a los más necesitados de estos servicios básicos, para que, teniendo acceso a ellos, puedan aspirar también a disfrutar de otra serie de derechos y condiciones de vida más justos. Y para que preserven su salud y sus posibilidades de un futuro mejor.
La COVID19 no ha detenido a Energía sin fronteras. Durante el año que termina sus trabajos han continuado en Iberoamérica, África y España. La mayoría de las veces ha sido posible mantener la continuidad de los proyectos, en otras, ha sido necesario ajustarlos a las condiciones impuestas por las medidas de confinamiento y prevención de la pandemia o, incluso, desviar algunos de los recursos ya comprometidos para apoyar a las poblaciones y comunidades ante las dificultades que aquellas les han ocasionado. También está diseñando e incorporando nuevas vías para defender mejor todos los derechos básicos de las poblaciones en las que actúa..
Todos estamos haciendo un gran esfuerzo para mantener la cohesión interna de Esf; para continuar obteniendo financiación para sus proyectos; para mejorar su organización y su administración y para aumentar la visibilidad de sus tareas entre sus voluntarios y amigos y en el entorno de cooperación en el que se desenvuelve. Todas estas labores las hemos acometido con ilusión y con un alto grado de eficacia, dadas las dificultades actuales.
En medio de este escenario áspero y complicado, se nos ha ido José María: compañero, fuente de inspiración y, sobre todo, amigo. De una manera sencilla, ha sido fácil entender que el mejor homenaje que le podíamos dedicar era seguir afanándonos por continuar la labor que él emprendió y que todos compartimos. Si el año que acaba no ha sido el más favorable para desarrollar la labor de Esf, sí es posible decir que ha sido uno en los que hemos vivido con más intensidad como voluntarios. Y ésta debe de ser la fuerza que nos dirija al futuro.
Ojalá el año 2021 sea más feliz para todos.